Francisco Inca
Francisco Jiménez es tal vez uno de los líderes rebeldes más desconocidos de la época virreinal, pese a que fue un pionero en algunos aspectos de la política local. A diferencia de otros rebeldes famosos, sus orígenes fueron modestos, pues era un indio ordinario (plebeyo) de Lahuaytambo (Huarochirí) que se fue a trabajar a Lima durante su juventud.
En Lima trabajó en la construcción, como albañil, y se convirtió en uno de los lideres de su gremio tras la catástrofe de 1746. Con su trabajo reunió una pequeña fortuna que le valió ser incluído entre la élite indígena de Lima. El primer registro que se tiene del personaje data de 1747, ya que fue uno de los testigos de una trifulca entre autoridades españolas e indios "cabesillas". Francisco Jiménez se convirtió en Capitán del Barrio de Santa Ana y desfiló en 1748 disfrazado como Inca Roca para las fiestas en honor al Rey de España.
Fue uno de los lideres de la Conspiración de 1750, encargado de liderar a las milicias. Luego del desbaratamiento de la conspiración logró escapar de Lima con dirección hacia su tierra natal. En Lahuaytambo se casó con María Gregoria Melchor Puipulibia, la sobrina del cacique Andrés de Borja Puipulibia. Aquella boda hizo que ascendiera en la pirámide social de la época, puesto que su esposa era hija de la elite de Chaucarima y pariente de los ricos caciques de Huarochirí.
Ya en el contexto de la rebelión de 1750, Francisco Jiménez, junto a su esposa María y Pedro de Los Santos toman el mando del alzamiento, organizando una pequeña milicia de indios para capturar la Villa de Huarochiri. Francisco Jiménez se autoproclamó “Rey Inca” y decidió emprender una rebelión contra el “mal gobierno” del virrey José Manso de Velasco. Francisco Inca se propuso a restaurar el “Imperio peruano” de las profecías de la época.
La rebelión no prosperó, por las traiciones, la falta de armamento y las rivalidades entre indígenas, siendo sofocada por un contingente de indios leales y españoles. Francisco Inca fue capturado cuando intentaba huir y sería llevado a la Ciudad de Los Reyes, junto a los otros capitanes de la rebelión; en Lima se le juzgó y condenó a muerte el 22 de agosto de 1750. El Rey Inca fue colgado hasta la muerte y descuartizado, siendo sus restos esparcidos por todo el corregimiento para escarmiento de todo simpatizante de la rebelión. Sus cómplices y familiares fueron encarcelados o desterrados del Perú.
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Referencias:
1.- Relación y documentos de gobierno del virrey del Perú, José Antonio Manso de Velasco, Conde de Superunda, Alfredo Moreno Cebrián (1983).
2.- Conde de Superunda, Joseph Dager Alva (1995).
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Tomado de la red. Facebook - Publicación de Movimiento Imperial
Creditos a quien corresponda.
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